- ¿Has visto, Violet? Se ve el cielo.
La había paseado por aquellas calles infinidad de veces. Natalie solía recoger su pelito rubio en una coleta alta, y cuando no la veían sus padres salía a la calle con sus puntas de ballet. Las desgastaba así, y ellos nunca se enteraban. Era una forma estupenda de conseguir unas nuevas y, además, lucir las que ya tenía. Las que llevaba ese día eran rojas, tan rojas como los labios de Violet, repasados con carmín de verdad.
Natalie era asombrosa. Aunque la había sacado de la juguetería, donde se oían risas lejanas en todo momento, también le había dado a Violet una vida nueva. Una casa, un montón de cestitas con vestidos, una cómoda cuna y un carrito de hierro forjado y mimbre en el que la sacaba a pasear a diario.
Sólo tenía que dejar que Natalie la quisiera. Ella había querido a todas sus muñecas cuando había sido humana. Levantó todo lo que pudo los ojos y miró hacia donde la niña le indicaba, dejando ver aquella sonrisa desdentada ("¡Sólo en dos huecos!") que tanto la avergonzaba.
Era cierto. Desde aquella ventana de piedra, sin cristal y sin paredes ni techo cerca, se veía el cielo.
Para Violet Havok (otra vez).
Quienes no sepan de qué va esta historia, aquí os dejo los antecedentes:
http://ojosgrises-lux.blogspot.com/2009/11/violet.html
Sólo tenía que dejar que Natalie la quisiera. Ella había querido a todas sus muñecas cuando había sido humana. Levantó todo lo que pudo los ojos y miró hacia donde la niña le indicaba, dejando ver aquella sonrisa desdentada ("¡Sólo en dos huecos!") que tanto la avergonzaba.
Era cierto. Desde aquella ventana de piedra, sin cristal y sin paredes ni techo cerca, se veía el cielo.
Para Violet Havok (otra vez).
Quienes no sepan de qué va esta historia, aquí os dejo los antecedentes:
http://ojosgrises-lux.blogspot.com/2009/11/violet.html